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Julio Wong

4 Maneras de Lidiar con el Rechazo

Aprende por qué algunos de nosotros nos sentimos tan rechazados y cómo afrontarlo.


¿Has sido rechazado recientemente? El rechazo implica ser excluido de una relación o interacción social. Puede ser activo—por ejemplo, en actos de acoso o burlas. O puede ser pasivo—por ejemplo, en actos de dar el tratamiento silencioso o ignorar a alguien (DeWall & Bushman, 2011). Podemos responder al rechazo con sentimientos de hostilidad, abatimiento, retraimiento e incluso celos (Downey & Feldman, 1996).


Rechazo

Aunque el rechazo a menudo es deliberado—es decir, el rechazador lo hace a propósito—no tiene por qué serlo. De hecho, diferimos en la medida en que somos sensibles al rechazo y podemos pensar que alguien nos está rechazando cuando no es así. Por ejemplo, la falta de una sonrisa o de risa ante nuestros chistes puede percibirse como rechazo, aunque la persona no tenga la intención de rechazarnos.


Sentimos rechazo porque los seres humanos tienen una necesidad fundamental de pertenecer. Algunos creen que esto se debe a que en nuestra historia, ser parte de un grupo nos ayudó a sobrevivir. Aquellos de nosotros que éramos más orientados al grupo teníamos más probabilidades de sobrevivir. Esto puede explicar por qué los humanos modernos somos todos muy orientados al grupo (DeWall & Bushman, 2011) y por qué tratamos de evitar el rechazo siempre que sea posible.


Y el rechazo es, de hecho, bastante desagradable. Algunas investigaciones fascinantes muestran que el rechazo social en realidad se siente similar al dolor físico. Activa regiones del cerebro involucradas tanto en los componentes sensoriales del dolor como en los componentes emocionales del dolor. Cuanto más intenso es el rechazo, más intensa es la respuesta al dolor. Específicamente, pensar en una reciente ruptura de una relación romántica provocó respuestas de dolor tanto emocionales como físicas en el cerebro (Kross et al., 2011). ¡Así que, cuando la gente dice que el rechazo es doloroso, realmente lo dicen en serio!


¿Qué es la sensibilidad al rechazo?

Resulta que diferimos en la medida en que percibimos y reaccionamos al rechazo. Mientras que algunos de nosotros podríamos percibir el hecho de que nuestro amigo no nos invite a almorzar como un rechazo, otros pueden racionalizar que se olvidaron o no se dieron cuenta de que querríamos ir.


Se dice que aquellos de nosotros que tendemos a notar cuando somos rechazados incluso en las formas más pequeñas, o incluso percibimos que estamos siendo rechazados cuando no lo estamos, somos sensibles al rechazo. Por lo tanto, la sensibilidad al rechazo se define como la tendencia a “esperar ansiosamente, percibir fácilmente y reaccionar de manera exagerada al rechazo” (Downey & Feldman, 1996). Esta tendencia a ser sensible al rechazo probablemente surgió en la infancia como resultado del rechazo de los padres u otras personas en nuestro entorno.


Cómo lidiar con el rechazo

Independientemente de si somos sensibles al rechazo o no, podemos beneficiarnos de aprender a lidiar con nuestro rechazo de maneras más saludables. Esto puede ayudarnos a disminuir tanto el dolor emocional como físico que acompaña al rechazo. Podemos usar estas estrategias para manejar el rechazo laboral, el rechazo en relaciones románticas y el rechazo social de amigos o familiares. Aquí hay algunos consejos basados en la ciencia:

  1. Escribe sobre tus sentimientos de rechazo. La investigación sugiere que escribir sobre tus sentimientos y las posibles implicaciones después de una experiencia de rechazo puede ser una forma efectiva de procesar esos sentimientos más rápidamente y superarlos (Rude, Mazzetti, Pal, & Stauble, 2011).

  2. Practica aceptar el rechazo. Aceptar el rechazo (en lugar de evaluarlo o describirlo) puede ayudar a disminuir las respuestas emocionales negativas más rápidamente (Rude, Mazzetti, Pal, & Stauble, 2011). Aceptar no significa ser un “felpudo” o tolerar una situación insalubre. Aceptar simplemente significa que reconoces y aceptas a ti mismo, tus pensamientos y tus emociones. Luego, desde un lugar de aceptación, puedes tomar medidas si es necesario.

  3. Enfócate en lo positivo. Aunque el rechazo puede sentirse terrible, algunas evidencias sugieren que puede hacer que las emociones positivas sean más accesibles (DeWall et al., 2011). Esto puede significar que intentar aumentar las emociones positivas—por ejemplo, haciendo una actividad que disfrutes—puede ser beneficioso.

  4. Intenta distanciarte emocionalmente del rechazo. El distanciamiento emocional implica imaginar tu rechazo como si fueras una mosca en la pared o un extraño en la calle. Cuando observas tu situación desde la perspectiva de un forastero, puede ayudar a que las emociones negativas se disipen más rápidamente (Ayduk & Kross, 2010).

 

En resumen

El rechazo duele y es inevitable. Afortunadamente, hay algunas cosas que podemos hacer para disminuir el dolor o reducir cuánto tiempo dura. Con suerte, los consejos aquí te ayudarán a lidiar con el rechazo más fácilmente.


Referencias

●     Ayduk, Ö., & Kross, E. (2010). Desde la distancia: Implicaciones del auto-distanciamiento espontáneo para la auto-reflexión adaptativa. Journal of personality and social psychology, 98(5), 809.

●     DeWall, C. N., & Bushman, B. J. (2011). Aceptación y rechazo social: Lo dulce y lo amargo. Current Directions in Psychological Science, 20(4), 256-260.

●     DeWall, C. N., Twenge, J. M., Koole, S. L., Baumeister, R. F., Marquez, A., & Reid, M. W. (2011). Regulación automática de emociones después de la exclusión social: Sintonizando con la positividad. Emotion, 11(3), 623.

●     Downey, G., & Feldman, S. I. (1996). Implicaciones de la sensibilidad al rechazo en las relaciones íntimas. Journal of personality and social psychology, 70(6), 1327.

●     Kross, E., Berman, M. G., Mischel, W., Smith, E. E., & Wager, T. D. (2011). El rechazo social comparte representaciones somatosensoriales con el dolor físico. Proceedings of the National Academy of Sciences, 108(15), 6270-6275.

●     Rude, S. S., Mazzetti, F. A., Pal, H., & Stauble, M. R. (2011). Rechazo social: ¿Cuál es la mejor manera de pensar sobre ello?. Cognitive Therapy and Research, 35(3), 209-216.

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