top of page

Cómo evitar las profecías negativas autocumplidas

Conozca la teoría y la investigación que hay detrás de este concepto y cómo evitar sus efectos nocivos.

Profecías negativas

 

¿Alguna vez has predicho algo en tu vida que luego ha ocurrido tal y como esperabas?

Tal vez sabías que harías una presentación terrible y, tal como habías previsto, tu discurso fue un desastre. O, hace unos meses, presentías que tu pareja perdería pronto el interés por ti, y he aquí que vuelves a estar soltero.

 

A veces tenemos la sensación de saber exactamente cómo se desarrollará algo o cómo se comportará alguien -o nosotros mismos- en una situación concreta. Y cuando nuestras predicciones se hacen realidad, las percibimos como una prueba de que sabemos cómo actúa la gente o cómo giran los engranajes de la sociedad.

 

Pero, ¿y si somos nosotros y nuestras creencias los que hacemos girar esos engranajes y provocamos los resultados que esperamos? Esto puede sonar como un fragmento de una novela de ciencia ficción, pero es un concepto científico que llamamos profecía autocumplida. En este artículo analizaremos la teoría de las profecías autocumplidas y profundizaremos en la investigación sobre este concepto.

 

¿Qué son las profecías autocumplidas?

 

Una profecía autocumplida es una creencia sobre un acontecimiento futuro que lleva a las personas a actuar de una determinada manera, provocando en última instancia el resultado esperado. En otras palabras, nuestras expectativas pueden hacerse realidad influyendo en nuestros comportamientos. Un aspecto sorprendente de las profecías autocumplidas es que estas predicciones pueden estar divorciadas de la realidad objetiva al principio, pero tienen el poder de alterar el comportamiento de las personas de tal manera que al final se convierten en la nueva realidad.

 

Normalmente, una profecía autocumplida consiste en un bucle de tres pasos. El primer paso es la propia profecía, que es la creencia de una persona sobre un resultado futuro. El segundo paso del bucle es la respuesta conductual. Puede ser la actitud de la persona, su comportamiento como respuesta a sus predicciones o las reacciones de los demás. El tercer paso es cuando la profecía se hace realidad debido a las acciones del segundo paso. Además, la aparición del resultado previsto confirma la creencia original y anima a la persona a mantener la misma noción en situaciones similares en el futuro.

 

El concepto de profecías autocumplidas es conocido desde hace milenios, ya que existen numerosos ejemplos en la mitología y la literatura de diversas culturas. De hecho, el filósofo Karl Popper denominó a este mismo fenómeno "efecto Edipo" en su libro La pobreza del historicismo (Popper, 1957) por el personaje de la mitología griega, Edipo, que cumple una trágica profecía al tomar medidas para evitarla. No obstante, el término ampliamente utilizado "profecía autocumplida" fue acuñado a mediados del siglo XX por un sociólogo llamado Robert Merton (Merton, 1948).

 

Uno de los ejemplos más destacados de profecías autocumplidas en la investigación psicológica es el efecto placebo frente al efecto nocebo. En pocas palabras, un efecto placebo consiste en observar un resultado positivo para la salud tras un tratamiento inactivo (Crum y Phillips, 2015). Un efecto nocebo es lo contrario de esta observación cuando el resultado de salud es negativo (Crum y Phillips, 2015). En ambos casos, el resultado de salud se produce por el poder de la creencia; cuando la persona cree que recibe un tratamiento beneficioso, informa de cambios positivos en su salud, pero cuando cree que recibe un tratamiento perjudicial, informa de efectos indeseables.

 

Un experimento clásico

 

En un experimento clásico realizado en los años sesenta, los investigadores eligieron dos grupos de alumnos al azar en una escuela primaria. Comunicaron a los profesores que identificaban al primer grupo de alumnos como los "growth-spurters", que tienen un alto potencial de crecimiento intelectual, y al segundo grupo como los alumnos ordinarios, de los que se espera que se desarrollen a un ritmo medio (Rosenthal y Jacobson, 1968).

 

Ocho meses más tarde, cuando los investigadores volvieron a visitar las aulas, administraron pruebas de CI a ambos grupos de alumnos y descubrieron que los alumnos del grupo de los espurios del crecimiento obtuvieron resultados significativamente más altos a pesar de que antes eran iguales (Rosenthal y Jacobson, 1968). Tras un examen más detallado, los investigadores observaron que las expectativas que los profesores tenían de un alumno modificaban su comportamiento hacia ellos, como por ejemplo prestar más atención y apoyo a los niños con problemas de crecimiento, lo que luego era interiorizado por los alumnos, alterando sus creencias y acciones, lo que daba lugar a una profecía autocumplida sobre el crecimiento intelectual de los alumnos (Rosenthal y Jacobson, 1968).

 

Efectos positivos frente a negativos

 

Las profecías autocumplidas pueden tener efectos positivos o negativos, dependiendo de la falsa creencia de partida. Por ejemplo, un efecto placebo es una profecía autocumplida positiva, mientras que un efecto nocebo es una profecía autocumplida negativa. Del mismo modo, la opinión de un profesor sobre un alumno puede ser positiva o negativa, y afectar al éxito del alumno potenciándolo o debilitándolo.

 

En resumen

 

Las profecías autocumplidas son creencias falsas que hacen que la gente actúe de una determinada manera, lo que provoca que se cumplan las predicciones originales. Las investigaciones en sociología y psicología han proporcionado mucha información sobre cómo las profecías autocumplidas pueden afectar a individuos o poblaciones, y existen numerosos ejemplos cotidianos de profecías autocumplidas de los que podemos aprender.


Referencias

 

  • Crum, A., y Phillips, D. J. (2015). Profecías autocumplidas, efectos placebo y la creación sociopsicológica de la realidad. Tendencias emergentes en las ciencias sociales y del comportamiento, 1-14.

  • Merton, R. K. (1948). La profecía autocumplida. The Antioch Review, 8(2), 193-210.

  • Popper, K. R. (1957). La pobreza del historicismo. London: Routledge & Kegan Paul.

  • Rosenthal, R., y Jacobson, L. (1968). Pigmalión en el aula. The Urban Review, 3(1), 16- 20.

Comments


bottom of page