Aprende todo sobre el miedo y cómo superarlo.
En términos simples, el miedo es la experiencia que tenemos cuando nos sentimos amenazados (Adolphs, 2013). Ya sea que la amenaza sea una próxima evaluación de desempeño en el trabajo, la pendiente empinada de una montaña que has elegido para esquiar, o el sonido de pasos detrás de ti por la noche, el miedo es una experiencia estresante de todo el cuerpo anticipando que algo malo podría suceder. Normalmente pensamos en el miedo como una emoción (Thomson, 1979), pero los científicos también definen el miedo según los pensamientos, comportamientos y cambios en nuestros cuerpos que ocurren cuando sentimos miedo (Buck, 1984; Ekman, 1977).
A menudo usamos las palabras “miedo” y “ansiedad” como si fueran prácticamente lo mismo. Sin embargo, los investigadores y psicólogos tienen definiciones distintas para cada palabra. El miedo es una respuesta inmediata y automática a algo amenazante en tu entorno. Si respondes efectivamente a la situación de miedo, es posible que no lo temas tanto la próxima vez. Sin embargo, si no resuelves o te libras de la situación de miedo, aprendes a preocuparte por que esa situación ocurra de nuevo. Así es como se desarrolla la ansiedad. En otras palabras, la ansiedad resulta de estar en situaciones de miedo que no crees poder manejar (Beck & Emery, 2005; Ohman, 2008).
El miedo en el cuerpo
Cuando algo te asusta, tu experiencia consciente de ello puede ser una combinación de síntomas físicos (más sobre estos en un momento) y pensamientos temerosos. Los psicólogos y otros científicos, sin embargo, consideran el miedo como una respuesta que tu cuerpo produce ante algo amenazante, con el objetivo de defenderte contra ello (Johnson, 2016). Partes de tu cerebro que se centran en detectar amenazas se ponen en máxima alerta, indicándole al resto de tu cuerpo que se inunde de hormonas y te prepare para reaccionar de manera efectiva (LeDoux, 2003). Esta respuesta de alta alerta implica muchos cambios en tu cuerpo.
El miedo en la mente
Los psicólogos también miden el miedo observando la frecuencia, intensidad y duración de los pensamientos sobre el evento amenazante (Rachman et al., 1987). Para tomar un ejemplo, la mayoría de las personas que están a punto de someterse a una cirugía tendrán algunos pensamientos temerosos respecto a resultados negativos. Sin embargo, si esos pensamientos surgen tan frecuentemente o son tan difíciles de ignorar que dificultan que alguien lleve a cabo su vida diaria, entonces puede que necesiten ayuda profesional para manejar ese miedo.
El miedo en nuestro comportamiento
Cuando nos enfrentamos a algo amenazante, intentamos responder de manera adaptativa. Todas las formas en que nos comportamos ante el miedo funcionan para ayudarnos a mantenernos seguros (Adolphs, 2013). Como quizás hayas escuchado antes, la mayoría de los animales, incluidos los humanos, responden a circunstancias aterradoras con alguna versión de “lucha” (por ejemplo, preparándose para enfrentar la amenaza de frente), “huida” (por ejemplo, preparándose para correr y evitar el peligro), o “congelación” (por ejemplo, apagándose para que la amenaza pueda pasar de largo) (Bracha et al., 2004).
Síntomas comunes del miedo
● Latidos del corazón acelerados
● Sudoración
● Temblor
● Falta de aire
● Piernas tambaleantes
● Mareos o sensación de desvanecimiento
● Sensación de ahogo
● Indigestión
● Dolor en el pecho
● Escalofríos
● Cara enrojecida
● Boca seca
Además, a estos síntomas físicos, las personas a menudo informan sentirse abrumadas, fuera de control, nerviosas o entumecidas, cuando tienen miedo (Beck & Steer, 1993).
Superando el miedo
Cientos de estudios han demostrado que la forma más efectiva de tratar el miedo es exponerse a situaciones que causan miedo (McLean et al., 2022). La terapia de exposición, como se llama, puede adoptar varias formas diferentes. Las personas que temen situaciones específicas trabajan con un terapeuta para enfrentar esas situaciones de maneras progresivamente más temerosas. Por ejemplo, alguien que tiene miedo de las arañas podría primero leer sobre arañas, luego mirar una imagen de una araña, después ver un video de arañas, y finalmente sentarse al otro lado de la habitación de una araña en una jaula.
Otra técnica, que se usa más comúnmente para apoyar a personas con TEPT, es practicar enfocarse intencionalmente en eventos que fueron especialmente aterradores (McLean et al., 2022). A medida que las personas practican escribir y leer en voz alta las historias de lo que les ha sucedido, en un contexto seguro y terapéutico, comienzan a tener menos miedo de que tal situación vuelva a ocurrir.
También podemos superar el miedo regulando conscientemente nuestro cuerpo. Tomar respiraciones profundas, relajar conscientemente nuestros músculos e incluso imaginarnos en una situación menos estresante puede reducir el miedo.
En general, el miedo es una emoción humana esencial, un regalo evolutivo diseñado para mantenernos a salvo del peligro. Tus miedos son naturales y están tratando de ayudarte. Depende de ti decidir si hacer caso a cada miedo o intentar superarlo. Espero que este artículo te haya ayudado a entender cuándo y cómo hacerlo.
Referencias
● Adolphs, R. (2013). La biología del miedo. Current Biology, 23(2), R79-R93.
● Beck, A. T., & Emery, G. (2005). Trastornos de ansiedad y fobias: una perspectiva cognitiva. Nueva York: Basic Books.
● Beck, A. T., & Steer, R. A. (1993). Manual del inventario de ansiedad de Beck. San Antonio: Psychological Corporation.
● Bracha, H. S., Ralston, T. C., Matsukawa, J. M., Williams, A. E., & Bracha, A. S. (2004). ¿Necesita actualización el 'luchar o huir'? Psicosomática, 45(5), 448-449.
● Buck, R. (1984). La comunicación de la emoción. Nueva York: Guilford Press.
● Ekman, P. (1977). Contribuciones biológicas y culturales al movimiento corporal y facial. En J. Blacking (Ed.), Monografía A.S.A. 15, la antropología del cuerpo (pp. 39–84). Londres: Academic Press.
● Johnson, L. R. (2016). Editorial: cómo el miedo y el estrés moldean la mente. Frontiers in Behavioral Neuroscience, 10, 00024.
● LeDoux, J. (2003). El cerebro emocional, el miedo y la amígdala. Neurobiología Celular y Molecular, 23, 727–738.
● McLean., C. P., Levy, H. C., Miller, M. L., & Tolin, D. F. (2022). Terapia de exposición para el TEPT: un meta-análisis. Revisión de Psicología Clínica, 91, 102115.
● Öhman, A. (2008). Miedo y ansiedad: Superposición y disociación. En M. Lewis, J. M. Haviland-Jones, & L. Feldman Barrett (Eds.), Manual de emociones (3ra ed., pp. 709–729). Nueva York, NY: Guilford Press.
● Rachman, S., Levitt, K., & Lopatka, C. (1987). Pánico: los vínculos entre cogniciones y síntomas corporales – I. Investigación y Terapia del Comportamiento, 25(5), 411-423.
● Thomson, R. (1979). El concepto de miedo. En W. Sluckin (Ed.), El miedo en animales y hombres (pp. 1–23). Nueva York: Van Nostrand Reinhold.
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